Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Lc 18:22
En la sociedad de Oriente Próximo, el patrimonio de la familia tiene un valor altísimo porque es un símbolo de la cohesión familiar. Para entender qué es lo que se le está pidiendo aquí al dirigente, deberíamos observar todo lo que una familia oriental está dispuesta a hacer para mantener a la mayor parte posible de la familia en el hogar ancestral (incluso hoy en día). Al dirigente se le está pidiendo que ponga a Jesús por encima de su familia y del patrimonio de la misma. Abraham se tuvo que enfrentar en dos ocasiones a una demanda similar. Dejó sus tierras de Ur solo por obediencia. Luego, en el monte de Moria, Dios le pidió si estaba dispuesto a poner la obediencia a Él por encima de la lealtad a su propia familia. Abraham pasó aquella gran prueba de obediencia/fe. El dirigente ni siquiera pasó la primera prueba. Quizá si hubiera cumplido la primera demanda Dios le hubiera devuelto sus posesiones para que las usara para su servicio. Pero, en cuanto a esto, lo único que podemos hacer es especular. Lo que está claro es que el tipo de lenguaje sobre la cuestión de las posesiones claramente implica también a la familia. Por tanto, en esta estrofa, vemos a un hombre seguro de sí mismo que se enfrenta a las demandas radicales de la obediencia. Tomado del Libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey
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