Policarpo de Esmirna (69-156). Policarpo fue discípulo del apóstol Juan, maestro de Ireneo de Lyon y de Papias, y obispo de la ciudad de Esmirna. En el año 155 fue a Roma a entrevistarse con el obispo Anicero, con motivo de una controversia en cuanto a la fecha en que debía celebrarse la Pascua. Poco después de regresar a Esmirna, quizás en febrero del año 156, sufrió el martirio, abrasado por las llamas de la hoguera en un circo romano. Es posible que Policarpo haya sido el último sobreviviente de los que habían hablado con testigos oculares del ministerio de Jesús. Los miembros de su iglesia, después de su muerte, testificaron de que su pastor tenía el don de profecía: «Ciertamente el muy admirable Policarpo fue uno de estos [elegidos], en cuyo tiempo entre nosotros se mostró como un maestro apostólico y profético y obispo de la Iglesia Católica en Esmima". En un documento que se conoce como Acta del martirio de Policarpo, la obra de su género más antigua que se conserva, hay abundantes testimonios de los dones del Espíritu que ejercía este siervo de Dios (El Acta del martirio de Policarpo es una carta escrita por la iglesia de Esmirna a la de Filomelio y a toda la iglesia católica. Su narración es dramática y sincera. El vocablo -católico- se utiliza en este libro en el sentido de universal y ortodoxo, y con referencia al cristianismo histórico). El documento es un excelente testimonio del lugar que el Espíriru Santo ocupaba en este tiempo en la vida, la fe y la adoración de la iglesia. Todo el registro del martirio de Policarpo está lleno de experiencias sobrenaturales y de manifestaciones del Espíritu Santo. Tres días antes de su arresto, mientras estaba orando, tuvo una visión y vio su almohada encendida con fuego, y volviéndose a quienes estaban con él, profetizó: «Debo ser quemado vivo». Más interesante todavía es el hecho de que aparentemente el documento menciona la glosolalia (hablar en lenguas extrañas) en relación con el célebre mártir de Esmirna. Cuando fueron a arrestarlo, Policarpo pidió permiso para orar por una hora, y "él se puso de pie y oró, estando tan lleno de la gracia de Dios, que por dos horas completas no pudo callar, para el asombro de aquellos que lo escuchaban" Cuando el anciano pastor fue finalmente llevado a la arena, «una voz del cielo vino a él, diciendo: «Sé fuerte, Policarpo, y sé hombre», Nadie vio a quien le hablaba, pero aquellos de nuestros hermanos que estaban presentes oyeron la voz" Las últimas palabras de este honorable siervo de Dios están registradas como su oración final, antes de morir mirando al cielo: "Señor Dios Todopoderoso, Padre de tu amado y bendito Hijo Jesucristo,... te doy gracias, porque me has tenido por digno de este día y esta hora, de que pueda tener parte en el número de tus mártires, en la Copa de tu Cristo, hasta la resurrección a la vida eterna tanto del alma como del cuerpo en la incorruptibilidad [impartida] por el Espíritu Santo ... Te glorifico, junto con el eterno y celestial Jesucristo, tu amado Hijo, con quien sea gloria a ti y al Espíritu Santo ahora y en todos los siglos venideros. Amén." Si Esta es la primer instancia en que una doxologfa glorifica al Espíritu Santo junto con el Padre y el Hijo. Como señala Swete: «Si las palabras fueron pronunciadas por Policarpo,
como indica la carta, tienen una importancia especial como el testimonio final de un mártir que fue cristiano por treinta años antes de fines del primer siglo y fue un oyente de San Juan». Tomado del libro La acción del Espíritu Santo en la historia. Pablo Deiros
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