Ateágoras (m. ca. 200). Atenágoras fue un filósofo ateniense, contemporáneo de Taciano, que se convirtió al cristianismo mientras leía la Biblia con el propósito de refutarla. Es el autor de una apología titulada Súplica por los cristianos, que presentó a los emperadores Marco Aurelio y Cómodo en el año 177. Escribió muchos otros libros, la mayoría hoy perdidos. Fue antecesor de Panteno en la Escuela de Alejandría. Tanto su apología como su tratado La resurrección de los muertos - únicas obras que se conservan- dan evidencia de su habilidad como escritor y de su rica cultura. Probablemente Atenágoras haya sido el más capaz de todos los apologistas. Por lo menos, parece ser el más elocuente de ellos.En su apología, Atenágoras se refiere al don de profecía, cuando señala: «Y a la verdad, el mismo Espíritu Santo, que obra en los que hablan proféticamente, decimos que es una emanación de Dios, emanando y volviendo, como un rayo del sol». Este Espíritu Santo es el mismo Espíritu que movió las bocas de los profetas del Antiguo Testamento como si fuesen instrumentos, y que los impulsó a declarar sus profecías más allá de su propio entendimiento. Esto mismo marca la gran diferencia que existe entre los filósofos paganos y los profetas cristianos. "Nosotros, en cambio, de lo que entendemos y creemos, tenemos por testigos a los profetas, que, movidos por espíritu divino, han hablado acerca de Dios y de las cosas de Dios. Ahora bien, vosotros mismos, que por vuestra inteligencia y por vuestra piedad hacia lo de verdad divino sobrepasáis a todos, diríais que es irracional adherirse a opiniones humanas, abandonando la fe en el Espíritu de Dios, que ha movido, como a instrumentos suyos, las bocas de los proferas." Según Atenágoras, pues, estos profetas proclamaron las cosas con las que fueron inspirados, porque el Espíritu los usó tal como un flautista sopla en una flauta. De allí que al referirse al Espíritu Santo, Atenágoras prefiere denominarlo, al igual que otros escritores de su tiempo, «Espíritu profético».
Es interesante notar que la descripción que Atenágoras hace del don de profecía coincide con la manera en que este don ha sido definido en la actualidad. Según C. Peter Wagner, «el don de profecía es la habilidad especial que Dios da a ciertos miembros del Cuerpo de Cristo para recibir y comunicar un mensaje inmediato de Dios a su pueblo a través de una declaración divinamente ungida». Tomado del libro La acción del Espíritu Santo en la historia. Pablo Deiros
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