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sábado, 9 de julio de 2022

Escritos diversos

 Teófilo de Antioquía (130-190). Nació en un hogar pagano y se convirtió por el estudio cuidadoso de las Escrituras. En 168 fue nombrado obispo de Antioquía. Escribió varias obras contra las herejías de sus días,

comentarios de los evangelios y del libro de Proverbios. Lo único que nos queda de su producción literaria son tres libros, que están dirigidos a su amigo Autólico. Cabe destacar que Teófilo es el primer autor cristiano que aplica la palabra "trinidad" a la Deidad. Teófilo relata su conversión a Cristo en estos términos: "No seas, pues, incrédulo, sino cree. Porque tampoco yo en otro tiempo creía que ello hubiera de ser; mas ahora, tras haberlo bien considerado, lo creo, y porque juntamente leí las sagradas Escrituras de los santos profetas, quienes, inspirados por el Espíritu de Dios, predijeron lo pasado tal como pasó, lo presente tal como sucede y lo por venir tal como se cumplirá. Teniendo, pues, la prueba de las cosas sucedidas después de haber sido predichas, no soy incrédulo, sino que creo y obedezco a Dios." Teófilo menciona al Espíritu Santo por nombre solo en relación con la obra de la creación y la inspiración. En cuanto a las manifestaciones del Espíritu, la que menciona en particular es, como es obvio en su tiempo, la profecía. Como indica Swete: "De la obra del espíritu de profecía, Teófilo, al igual que otros escritores cristianos de su tiempo, habla con total convicción", El cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento prueba que los profetas anticiparon el futuro por la inspiración del Espíritu Santo. Según Teófilo, estos hombres de la antigüedad fueron «portadores del Espíritu» o «aquellos que son llevados [inspirados] por el Espíritu», al igual que los autores de los Evangelios. De hecho, Teófilo es el primer escritor que enseña claramente la inspiración divina del Nuevo Testamento. Sin embargo, no hace otra referencia a la obra del Espíritu en la Iglesia de sus días, fuera de la declaración de que los cristianos son guiados por la Palabra santa y enseñados por la Sabiduría. Pero debe tenerse en cuenta que su libro está dirigido a paganos y probablemente no consideró oportuno ser explícito sobre estas cuestiones. Como ocurre en otros casos del segundo siglo, este autor destaca la importancia del don profético, especialmente su ejercicio en el Antiguo Testamento. Pero se muestra cauteloso en describir su ejercicio en sus propios días. Es dificil suponer que Teófilo haga una valoración tan alta de este don, si el mismo no fuese relevante en la iglesia de sus días. Por otro lado, argüir la ausencia o cesación de este carisma a partir del relativo silencio de Teófilo en cuanto al mismo, es no tomar en serio su aprecio cierto por el don profético. Además, tal argumento cesacionista no haría justicia con el propósito con el que Teófilo escribe ni el carácter apologético de su obra dirigida a no creyentes. Muy probablemente, si el apóstol Pablo en lugar de escribir su primera epístola a "la iglesia de Dios que está en Corinto" (1 Corintios 1.2), la hubiese dirigido a los "indoctos o incrédulos" (1 Corintios 14.23) de aquella ciudad, jamás hubiese escrito los capítulos 12 a 14. Tomado del libro La acción del Espíritu Santo en la historia. Pablo Deiros 

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