Si bien es poco lo que sabemos acerca de la expansión misionera del cristianismo durante el período apostólico, es mucho menos lo que sabemos acerca de ella en el período que sigue inmediatamente a los últimos libros del Nuevo Testamento. Esto era de esperarse, pues éste es precisamente el período de las grandes persecuciones, y a una iglesia perseguida se le hace difícil conservar y transmitir la historia de sus orígenes en cada región. Además, buena parte de la expansión del cristianismo durante este período tuvo lugar, no sólo a través de la obra de misioneros dedicados exclusivamente a la tarea de la evangelización, sino sobre todo a través del testimonio de comerciantes, soldados y esclavos que por una u otra razón viajaban entre las distintas regiones del Imperio. El cristianismo hacía su entrada en una nueva provincia de manera humilde y oscura, y cuando la Iglesia en esa provincia lograba suficiente madurez para producir literatura o algún otro monumento que pudiese quedar para la posteridad, ya sus orígenes habían sido olvidados. Además, la investigación de los orígenes del cristianismo se dificulta frecuentemente debido al modo en que las generaciones posteriores de cristianos, siguiendo la tendencia de la época a hacer de los apóstoles personajes ideales, buscaban el medio de atribuir los orígenes del cristianismo en su ciudad a algún varón apostólico, lo cual sirvió de génesis a más de una tradición legendaria que resulta difícil separar de la verdad histórica. Historia de las misiones. Justo L. González
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