Soy la que abrió mi casa al que traía el mensaje, el que contaba las buenas nuevas de salvación. En una ciudad de Europa me dedicaba a comprar telas de púrpura, un color muy apreciado. Creí al mensajero que hablaba junto al río y el Señor abrió mi corazón para aceptar su don. Bauticé a toda mi familia y les di mi amistad y les rogué que se quedaran conmigo si era su voluntad. ¿Quién soy?
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