Dios les bendiga mis hermanos. Les sigo compartiendo información de la carta de Clemente:
Consideremos la maravillosa señal que se ve en las regiones del oriente, esto es, en las partes de Arabia. Hay un ave, llamada Fénix. Ésta es la única de su especie, vive quinientos años; y cuando ha alcanzado la hora de su disolución y ha de morir, se hace un ataúd de incienso y mirra y otras especias, en el cual entra en la plenitud de su tiempo, y muere. Pero cuando la carne se descompone,
es engendrada cierta larva, que se nutre de la humedad de la criatura muerta y le salen alas. Entonces, cuando ha crecido bastante, esta larva toma consigo el ataúd en que se hallan los huesos de su progenitor, y los lleva desde el país de Arabia al de Egipto, a un lugar llamado la Ciudad del Sol; y en pleno día, y a la vista de todos, volando hasta el altar del Sol, los deposita allí; y una vez hecho esto,
emprende el regreso. Entonces los sacerdotes examinan los registros de los tiempos, y encuentran que ha venido cuando se han cumplido los quinientos años. Versiculo 25
El ave fenix. Figura mitológica griega narrada por Herodoto y Ovidio. El mito ave Fénix (del griego phoinix, “rojo”, color de la púrpura descubierta por los fenicios), fue adoptado por el cristianismo primitivo como un símbolo de la resurrección de Cristo. Véase Cirilo de Jerusalén, Catequesis, XVIII. comentario tomado del libro lo mejor de los padres apostólicos de Alfonso Ropero.
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