Había un dicho rabínico: «Mayor es el que da limosna que el que ofrece todos los sacrificios.» La limosna está a la cabeza en el catálogo de buenas obras.
Así es que era natural e inevitable el que una persona que quisiera ser buena se concentrara en dar limosna. La enseñanza más elevada de los rabinos era exactamente la misma que la de Jesús. También ellos prohibían dar limosna ostentosamente. "El que da limosna en secreto -decían- es mayor que Moisés.» El dar limosna que salva de la muerte es «cuando el recipiente no sabe de quién lo recibe, y cuando el dador no sabe a quién lo da.» Hubo un rabino que, cuando quería dar limosna, dejaba caer monedas a su paso para no ver quién las recogía. "Es mejor decían- no darle a un mendigo nada, antes que darle algo avergonzándole.» Había una costumbre especialmente encantadora conectada con el templo de Jerusalén. En el templo había una habitación que se llamaba La Cámara del Silencio. Los que querían hacer expiación por algún pecado ponían dinero allí; y personas pobres de buena familia que habían venido a menos en el mundo recibían ayuda de estas contribuciones.
Pero como en tantas otras cosas, la práctica se quedaba muy por debajo del precepto. Demasiado a menudo el dador daba de forma que todo el mundo pudiera ver lo que daba, y daba mucho más para glorificarse a sí mismo que para ayudar a otro. Durante los cultos de la sinagoga se hacían ofrendas para los pobres, y había algunos que se cuidaban muy bien de que los otros vieran lo que daban. J. J. Wetstein cita una costumbre oriental de los tiempos antiguos: "En Oriente, el agua es tan escasa que algunas veces había que comprarla. Cuando una persona quería hacer una buena obra, y traer bendición sobre su familia, se dirigía al aguador y en voz bien alta le encargaba: "¡Dale un trago a los sedientos!" El aguador llenaba el pellejo e iba al mercado. "¡Oh, sedientos -gritaba- venid a beber de gracia!" Y el generoso estaba a su lado y decía: "Bendíceme, porque soy yo el que te ofrezco este trago."» Esa es precisamente la clase de cosa que Jesús condena. Llama hipócritas a los que hacen tales cosas. La palabra hypokrités quiere decir actor en griego. Esa clase de gente son realmente farsantes que hacen su papel para que los aplaudan. William Barclay
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