La viuda y el juez injusto. Parte 2
Lucas 18:1-5
La viuda en el Antiguo Testamento es un símbolo típico de los inocentes, los desvalidos, los oprimidos (cf. Éx 22:22-23; Dt 10:18, 24:17, 27:19; Job 22:9, 24:3, 21; Sal 68:5; Is 10:2; también Judit 9:4). Isaías 1:17 pide a los gobernantes y al pueblo que «defiendan a la viuda». Luego, en el versículo 23, se nos dice: «todos aman el soborno … no se ocupan de la causa de la viuda». Basándose en Isaías 1:17, la tradición legal judía exigía lo siguiente: «primero se debe tratar el caso del huérfano, luego, el de la viuda.» (Dembitz, 204). Así, esa mujer tenía unos derechos legales que eran violados constantemente. Bruce escribe de la viuda: «demasiado débil para obligar a nadie, demasiado pobre para pagar para que se hiciera justicia» (Bruce, Parabolic, 159). Plummer observa: «ella no tenía un protector que pudiera coaccionar al juez, ni dinero para sobornar al letrado» (Plummer, 412; cf. Marshall, 669). Ibn al Tayyib nos habla de la desdicha de la viuda en la cultura de Oriente Próximo: En cualquier época y lugar, los avariciosos han visto en la viuda una figura a la que poder oprimir fácilmente, pues no tiene quien la proteja. Por eso Dios ordena que los jueces tengan una especial consideración por ella, Jer. 22:3 (Ibn al-Tayyib, Edición Manqariyus, II, 312). Jeremias sugiere que «una deuda, una hipoteca, una parte de la herencia le es retenida» (Jeremias, Parábolas, 188, p. 153 de la edición en inglés); y, como Bruce observa, «Una viuda sabía que podía tener muchos adversarios si no tenía nada que comer» (Bruce, Parabolic, 159). Está claro que se trataba de una cuestión de dinero, porque, según el Talmud, un erudito cualificado podía decidir sobre cuestiones de dinero (B.T. Sanedrín 4b, Sonc., 15). Su clamor es un llamamiento a la justicia y la protección, no a la venganza. Smith traduce: «hazme justicia de mi adversario» (C.W.F. Smith, 186). A modo de resumen, hasta aquí la parábola hace tres presuposiciones: 1. La viuda tiene derecho a que se le haga justicia (derecho que se le está denegando). 2. Por alguna razón, el juez no quiere escucharla (¿quizá no ha pagado un soborno?). 3. El juez prefiere favorecer al adversario de la viuda (o bien se trata de alguien influyente, o bien sí ha pagado un soborno).Smith comenta: Quizá el juez ha dado por sentado que ella será incapaz de recompensarle, y podemos suponer además que quizá le beneficie más dejar que el adversario de la viuda se salga con la suya (C.W.F. Smith, 186ss.). Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey
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