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lunes, 9 de mayo de 2022

Escritos diversos

 La viuda y el juez injusto. Parte 1

Lucas 18:1-5

En el verso 1 empezando con el antiguo siríaco, y siguiendo con todas las otras versiones siríacas y todas las versiones árabes durante mil años más, la única traducción que hemos tenido aquí en Oriente Próximo es «No se avergüenza delante de la gente». Por tanto, cuando nuestras traducciones occidentales tienen algo como «respetar» o «no tener consideración», se pierde un matiz muy importante de la descripción del juez. En la cultura tradicional de Oriente Próximo, los conceptos de la vergüenza y el orgullo son muy importantes. Los patrones de la conducta social se regulan a través de la vergüenza. Un padre no le dice a su hijo: «Eso está mal, Juanito» (que consiste en apelar a un estándar abstracto del bien y del mal), sino «Eso es vergonzoso, Juanito» (apelar a aquello que estimula la vergüenza o el orgullo). En una sociedad así el lenguaje que acompaña al concepto de vergüenza es muy importante (Bailey, Poet, 132). Una de las críticas más duras para un adulto en el Oriente Próximo rural hoy es ma jikhtashi («no siente vergüenza»). La idea es que esa persona hace algo vergonzoso: aun cuando se le grita «vergüenza te tendría que dar», no se siente avergonzado. No sabe diferenciar entre un acto bueno y un acto vergonzoso.  En este sentido nos encontramos con otro caso en el que vemos reflejadas actitudes muy antiguas. Jeremías tenía el mismo problema: Se nos dice que «los sabios serán avergonzados» (8:9), pero, en cuanto a los profetas y a los sacerdotes, escribe:  ¿Acaso se han avergonzado de la abominación que han cometido?  іNo, no se han avergonzado de nada,  y ni siquiera saben lo que es la vergüenza! (8:12)  El texto hebreo usa dos términos fuertes para referirse a la vergüenza (bwsh, klm) y arroja luz sobre el problema de aquel juez. No hay nada que le haga sentirse avergonzado. No hay nada a lo que apelar, pues en su alma no queda un ápice de honor. El problema de este juez no es que no «respete» a los demás en el sentido de respetar a alguien con más cultura o de una posición más elevada. Lo que ocurre es que es incapaz de darse cuenta de la maldad de sus acciones aun cuando está en la presencia de alguien ante quien se debería avergonzar. En este caso está haciendo daño a una viuda desamparada. Debería sentirse avergonzado. Pero no se siente avergonzado delante de los hombres. En la parábola de los labradores malvados de Lucas 20:13 aparece el mismo concepto y la misma palabra. Los labradores se niegan a dar parte de la cosecha al dueño del viñedo. Y tratan a los siervos de este de forma vergonzosa. Al final, el dueño dice: «Enviaré a mi hijo amado; seguro que ante él sí tendrán vergüenza (entra-pesontai)». (Esa es la traducción que hacen todas las versiones siríacas y árabes). La esperanza no es que a él lo traten bien, sino que su presencia les haga sentirse avergonzados por lo que han hecho y les lleve a abandonar sus acciones malvadas. Pero, en esa parábola, los labradores tampoco se sintieron avergonzados. En ambos textos la palabra griega tiene ese significado. La cultura de Oriente Próximo así lo exige, y los padres de aquella zona geográfica le dan ese sentido en sus traducciones. Por tanto, en Lucas 18 tenemos el retrato de un hombre muy difícil. No teme a Dios. Tampoco tiene un sentido de lo que está bien y de lo que es vergonzoso al que se pueda apelar. Está claro que la única forma de influenciar a un hombre así es a través del soborno. Ese es el tipo de hombre con el que se encuentra la viuda. Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey

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