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domingo, 18 de junio de 2023

Escritos diversos

 4. El IMPERIO CRISTIANO.

Joviano y Valentiniano I, sucesores de Juliano, volvieron a la vieja política de apoyar a la Iglesia, aunque tolerando siempre la existencia y práctica de los cultos paganos. Fue Graciano, debido en parte a la influencia de Ambrosio de Milán, quien dio nuevo ímpetu a la política de colocar al paganismo bajo condiciones cada vez más difíciles. Cuando se le ofreció como era costumbre ofrecerlo a los emperadores - el título de Pontifex Maximus-, lo rechazó. Más tarde hizo retirar del Senado el altar a la Victoria que Juliano había hecho reconstruir. A esto se opuso la inmensa mayoría del Senado, pero sus protestas fueron inútiles y ni siquiera se les concedió audiencia ante el Emperador. A la muerte de  Graciano, los paganos apelaron a la justicia de Valentiniano II, pero Ambrosio intervino de nuevo y logró el fallo del Emperador en contra de los paganos. Con el advenimiento de Teodosio al trono imperial, el paganismo recibió un golpe de muerte. Teodosio se creía llamado a defender la ortodoxia frente a las herejías, y el cristianismo frente al paganismo. En el año 391, el Emperador prohibió los sacrificios a los dioses paganos, y ordenó que los antiguos templos fuesen clausurados o dedicados a usos seculares. Al año siguiente,otro edicto prohibió, no ya el culto público, sino hasta la práctica privada de la religión pagana, estableciendo penas para quienes se atreviesen a adorar a los genios y dioses domésticos. Pero lo que más daño hizo al paganismo fue la tendencia de las autoridades a ver con complacencia, o al menos con indiferencia, los excesos que los cristianos cometían contra los paganos. En Alejandría el obispo Teófilo -conocido por su falta de escrúpulos y de caridad para con sus adversarios- provocó a los paganos a una lucha desigual cuyo resultado fue la destrucción del antiquísimo y monumental templo de Serapis. En otras regiones del Imperio -y sobre todo en Siria- otros acontecimientos semejantes privaron al paganismo de algunos de sus más venerados templos. Cuando en el Occidente el pagano Arbogasto hizo coronar emperador a Eugenio, éste hizo ciertas concesiones a la aristocracia pagana de Roma, y hubo un breve despertar del paganismo, sobre todo en la capital. Tras la batalla del río Frígido, que resultó en la derrota aplastante de Arbogasto y Eugenio, Teodosio puso fin al efímero renacimiento pagano en Roma, aunque es necesario señalar que no se dieron en esa ciudad los actos de violencia que habían tenido lugar en algunas regiones del Oriente. Historia de las misiones. Justo L. González  

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