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domingo, 18 de junio de 2023

Diversos temas

 3. LA REACCIÓN PAGANA: JULIANO.

Esta reacción -que ya se había vislumbrado en el intento de usurpar el trono por parte de Magencio- se hizo sentir con el advenimiento al trono del emperador Juliano. Aunque la historia -llevada por el excesivo celo de algunos cristianos- le conoce como "el Apóstata", lo cierto es que Juliano, aunque llegó a bautizarse y hasta era lector en el culto público, nunca parece haber sido cristiano de convicción. El único cristianismo que Juliano conoció fue el intelctualismo arriano, cargado de silogismos y carente del sentido del misterio de lo divino, y manchado además por el hecho de que su principal defensor, Constancio, había hecho asesinar a cuantos Juliano pudo haber amado. Durante los años que precedieron a su rápido ascenso a la púrpura, Juliano se dedicó a estudiar las obras clásicas de la antigüedad y a iniciarse en las religiones de misterio que aún subsistían en el mundo mediterráneo. De este modo, y a través de repetidas experiencias místicas y revelaciones por medio de oráculos, Juliano llegó a una posición religiosa en la que lo mejor de la filosofía clásica se unía al misticismo de los misterios y a algunas enseñanzas morales tomadas del cristianismo. Para él, tal religión estaba íntimamente unida a los valores de la antigüedad clásica, y defendiendo la una creía defender los otros. Con este propósito, y llevado por la convicción de que había sido elegido por los dioses para restaurar su culto, Juliano promulgó toda una serie de leyes en contra del cristianismo, y se dedicó además a organizar el viejo culto pagano siguiendo el ejemplo de la Iglesia. Todos los privilegios que Constantino y sus hijos habían concedido a los cristianos, y especialmente al clero, fueron revocados. Se prohibió a los cristianos enseñar literatura y filosofía clásicas. Aunque no se ordenó persecución alguna, en varios lugares el populacho cometió atrocidades contra los cristianos. Por otra parte, Juliano reorganizó el paganismo y le dio un nuevo impulso. Él mismo tomó de nuevo el viejo título imperial de Pontiiex Maximus, y colocó en cada provincia un Sumo Sacerdote bajo cuya dirección estaba todo el culto pagano. Bajo él, todos los demás sacerdotes debían llevar vidas intachables y, además de celebrar el culto, debían dedicarse a enseñar al pueblo el amor entre los hombres. Por último, el propio Juliano se dedicó a escribir contra los cristianos, a quienes llamaba "galileos". El proyecto de Juliano estaba destinado al fracaso. Si bien era cierto que el cristianismo no había arraigado aún en las conciencias del pueblo, no era menos cierto que el viejo paganismo, con sus sacrificios y su alto concepto de la naturaleza humana, estaba en franca decadencia. En Antioquía el populacho se burlaba no sólo de la religión de Juliano, sino también de su moral de carácter estoico. El ideal religioso de la época no era ya el hombre templado de Marco Aurelio y los estoicos, sino el asceta sufrido del monaquismo cristiano. En el campo de la liturgia, el culto cristiano tenía más atracción que los sacrificios que en todas partes se celebraban por orden de Juliano. Por último, la Iglesia produjo pensadores, escritores y predicadores muy superiores a los que Juliano pudo reclutar de entre los paganos. Cuando en el año 363 Juliano cayó herido de muerte por una lanza persa, lo inevitable siguió su curso: a la breve reacción pagana siguió un período de ininterrumpido avance por parte de los cristianos frente al paganismo. Historia de las misiones. Justo L. González  

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