El fariseo y el publicano. Parte 1.
Lucas 18:9-14
En primer lugar se menciona al fariseo, y en segundo, al recaudador de impuestos. Ambos suben. Pero cuando llega el momento de bajar, el recaudador de impuestos será el primero. Tradicionalmente se ha asumido que el contexto de la parábola es el de la devoción privada. Y esta idea ha marcado la forma en la que hemos interpretado el texto en Occidente. Para los lectores de Oriente Próximo, este texto es una parábola que trata sobre la adoración pública. El comentario de Ibn al-Tayyib es revelador, cuando comenta que el publicano esta «lejos» y dice, «es decir, separado de los fariseos y del resto de los adoradores del templo» (Ibn al-Tayyib, Edición Manqariyus, II, 315; la cursiva es mía). Aquí, Ibn al-Tayyib afirma, de pasada, la presencia de una congregación de adoradores. Veremos que esta presuposición tiene su base en el mismo texto. Una parte de nuestro problema en Occidente es que el verbo «orar» lo asociamos más con la práctica privada, y el verbo «adorar» con la práctica congregacional. No obstante, en la literatura bíblica, el verbo «orar» puede significar ambas cosas. En Lucas 1:10 Zacarías está participando en el templo en el sacrificio diario por la propiciación, y le llega el turno de ofrecer el incienso en el santuario. Mientras, «la multitud reunida afuera estaba orando». Jesús cita Isaías 56:7, donde al templo se le llama «casa de oración» (Lc 19:46). La famosa lista de las preocupaciones de los primeros cristianos que aparece en Hechos 2:42 incluye la enseñanza de los apóstoles, la comunión, el partimiento del pan y la oración. En esta lista, la palabra que traducimos por «oración» es un sinónimo de «adoración en comunidad». Hechos 16:13, 16 describe el lugar de adoración pública como «un lugar de oración». Estos y tantos otros textos dejan claro que el contexto de un pasaje concreto debe determinar si el verbo «orar» hace referencia a la adoración en comunidad o a la oración privada. Cuando Jesús sube a solas al monte a orar, está claro que el contexto es el de la oración privada. Pero en esta parábola hay una serie de indicadores que apuntan a que se está hablando de adoración en comunidad, no de la devoción privada. En primer lugar, se nos habla de dos personas que suben al mismo tiempo a un lugar de adoración pública. En segundo lugar, descienden al mismo tiempo (presumiblemente, una vez finalizado el culto). En tercer lugar, se menciona de forma específica el templo (un lugar de adoración pública). Para el ciudadano de Oriente Próximo contemporáneo, el verbo «orar» también tiene ese doble sentido. Pero cuando un ciudadano de Oriente Próximo cristiano dice «Voy a la iglesia a orar», o un ciudadano de Oriente Próximo musulmán dice, «Voy a la mezquita a orar», todo el mundo sabe que están hablando de adoración en comunidad, no de devoción personal. Aún más, en la parábola, la mención del templo da todavía más peso a la idea de que se trata de adoración en comunidad. En cuarto lugar, como veremos más abajo, el texto nos dice que el fariseo «se quedó en pie alejado de los demás». En quinto lugar, también se nos dice que el recaudador de impuestos «se quedó a cierta distancia». ¿A cierta distancia de quién? Podría querer decir «a cierta distancia del fariseo», pero también «a cierta distancia de los demás adoradores». Sobre todo si podemos sostener que había otros adoradores, de los que el fariseo también se ha distanciado. Por último, el recaudador de impuestos menciona en su oración la propiciación (cuando dice «ten compasión de mí»). En el templo, cada mañana y cada tarde se ofrecía un sacrificio de propiciación, y normalmente se hacía en presencia de una congregación. De hecho, en las discusiones sobre esos cultos se da por sentada la presencia de un grupo de fieles (cf. Mishná Tamid, Danby, 582-89; Eclesiástico 50:1-21). Resumiendo, diremos que ante el verbo «orar» tenemos dos opciones interpretativas. Puede querer decir oración privada o adoración en comunidad. Las evidencias que aparecen en la parábola apuntan al segundo significado. Esta será la interpretación que tendremos en mente a medida que comentemos la parábola. No obstante, uno puede preguntar: ¿no hace cada uno de los personajes una oración privada? La interpretación tradicional de que la parábola solo habla de la devoción privada probablemente tiene que ver con el hecho de que cada uno de los personajes de la parábola eleva una oración privada. ¿No es lógico que eso lleve al lector a concluir que en esta parábola no aparece ningún culto o adoración congregacional? No. Safrai describe la adoración del templo en el siglo primero: Muchos judíos subían al templo cada día para participar en la adoración, para recibir la bendición sacerdotal que se pronunciaba al final del culto, (y) para orar mientras se quemaba el incienso (Safrai, JPFC, II, 877; la cursiva es mía). Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey
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