domingo, 27 de noviembre de 2022

Escritos diversos

 EL IMPERIO CRISTIANO Y LA SUPRESION DEL PAGANISMO. PARTE 4.

Esta situación cambió radicalmente cuando, en el año 324, Constantino comenzó a construir una "Nueva Roma" junto al Bósforo, donde antes se alzaba la antigua Bizancio. A partir de este momento, y cada vez más con el progreso de la nueva capital y con el establecimiento en ella de un nuevo Senado, Constantino se siente libre de la obligación de ceder ante la presión del Senado romano. En el año 325, llega hasta el extremo de colocar la vieja capital bajo la autoridad de un gobernador cristiano -acción tan mal recibida que dos años después el Emperador juzgó conveniente nombrar un gobernador pagano-. Durante este período la política de Constantino se hace cada vez más recia para con el paganismo. Los viejos templos son destruidos, y sus tesoros se incorporan a las arcas imperiales. Se establecen límites y exigencias a los cultos paganos. Se prohíbe el culto de Venus -quizá por motivos morales más que religiosos. Por otra parte, el culto al propio Emperador no desaparece del todo, sino que sólo se le priva de algunas de sus características más repugnantes a la conciencia cristiana, y a la muerte de Constantino en el año 337 sus hijos no se oponen a su apoteosis, decretada por el viejo Senado romano. ¿Cuáles fueron las consecuencias de todo esto para la expansión del cristianismo? Es difícil saberlo a ciencia cierta. No cabe duda de que el prestigio que le prestaba la persona del Emperador debe haber despertado interés hacia el cristianismo. Los lugares de adoración se hacían cada vez más pequeños ante el influjo de los conversos. Al principio, la Iglesia mantuvo su antigua costumbre de preparar a los conversos para el bautismo a través de un largo período de prueba y de instrucción catequética. Con el correr de los años tal período se hizo cada vez más breve, y la instrucción más superficial, hasta llegar a las conversiones en masa de principios de la Edad Media. Como es de suponerse, esto no podía tener lugar sino en menoscabo de la dedicación personal de los cristianos, sobre todo en lo que a la vida ética se refiere, pues en el campo doctrinal la Iglesia desarrolló medios para mantener la adhesión casi absoluta de sus fieles. Historia de las misiones. Justo L. González 

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