lunes, 30 de mayo de 2022

Quiz bíblico 2


 

sábado, 28 de mayo de 2022

Quiz bíblico 1


 

jueves, 26 de mayo de 2022

Escritos diversos

 Lista de reyes de Judá y cómo se consideraría su reinado conforme a lo dicho en la biblia:

Saúl. ¿bueno, malo?

David. Bueno

Salomón. ¿bueno, malo?

Roboam. Malo

Abiam. Malo

Asa. Bueno

Josafat. Bueno 

Joram. Malo

Ocozías. Malo

Atalía. Mala

Joás. ¿Bueno, malo? 

Amasías. Bueno

Azarías. Bueno 

Jotam. Bueno

Acaz. Malo

Ezequías. Bueno

Manasés. Malo

Amón. Malo

Josías. Bueno

Joacaz. Malo

Joacim. Malo

Joaquín. Malo

Sedequías. Malo

¿Qué piensas al respecto? ¿Qué opinas de los que puse como indefinido: Saúl, Salomón y Joás?

miércoles, 25 de mayo de 2022

Escritos diversos

 Analizando las historias de los reyes de Judá podemos encontrar grandes proezas, pero también finales tristes, como el de Salomón, o el de Joás, quien fue bisnieto de Josafat, un rey reconocido por su entrega al Señor, quien dejó en el reino al morir a su hijo Joram, éste mató a sus hermanos para no tener competencia en el reino, pero sólo duró 8 años; le sucedió Ocozías quién hizo lo malo ante Dios, reinó sólo un año; cuando murió, su madre Atalía asesinó a toda la descendencia real para quedarse con el poder, el único que se salvó fue Joás, de 7 años. El sumo sacerdote Joiada lo cuidó y junto a unos príncipes le devolvieron el reino(2 crónicas 24). Joás hizo lo bueno ante el Señor mientras vivió Joiada, una vez muerto, se apartó y en su locura llegó a asesinar a los hijos de Joiada, quién lo cuidó, lo protegió y le devolvió el reinado, es increíble cómo la entrega al pecado puede volver a alguien tan insensible, esto también nos muestra que el futuro puede ocurrir de forma que nunca podríamos imaginar.

martes, 24 de mayo de 2022

Escritos diversos

 El fariseo y el publicano. Parte 1.

Lucas 18:9-14

En primer lugar se menciona al fariseo, y en segundo, al recaudador de impuestos. Ambos suben. Pero cuando llega el momento de bajar, el recaudador de impuestos será el primero. Tradicionalmente se ha asumido que el contexto de la parábola es el de la devoción privada. Y esta idea ha marcado la forma en la que hemos interpretado el texto en Occidente. Para los lectores de Oriente Próximo, este texto es una parábola que trata sobre la adoración pública. El comentario de Ibn al-Tayyib es revelador, cuando comenta que el publicano esta «lejos» y dice, «es decir, separado de los fariseos y del resto de los adoradores del templo» (Ibn al-Tayyib, Edición Manqariyus, II, 315; la cursiva es mía). Aquí, Ibn al-Tayyib afirma, de pasada, la presencia de una congregación de adoradores. Veremos que esta presuposición tiene su base en el mismo texto.  Una parte de nuestro problema en Occidente es que el verbo «orar» lo asociamos más con la práctica privada, y el verbo «adorar» con la práctica congregacional. No obstante, en la literatura bíblica, el verbo «orar» puede significar ambas cosas. En Lucas 1:10 Zacarías está participando en el templo en el sacrificio diario por la propiciación, y le llega el turno de ofrecer el incienso en el santuario. Mientras, «la multitud reunida afuera estaba orando». Jesús cita Isaías 56:7, donde al templo se le llama «casa de oración» (Lc 19:46). La famosa lista de las preocupaciones de los primeros cristianos que aparece en Hechos 2:42 incluye la enseñanza de los apóstoles, la comunión, el partimiento del pan y la oración. En esta lista, la palabra que traducimos por «oración» es un sinónimo de «adoración en comunidad». Hechos 16:13, 16 describe el lugar de adoración pública como «un lugar de oración». Estos y tantos otros textos dejan claro que el contexto de un pasaje concreto debe determinar si el verbo «orar» hace referencia a la adoración en comunidad o a la oración privada. Cuando Jesús sube a solas al monte a orar, está claro que el contexto es el de la oración privada. Pero en esta parábola hay una serie de indicadores que apuntan a que se está hablando de adoración en comunidad, no de la devoción privada. En primer lugar, se nos habla de dos personas que suben al mismo tiempo a un lugar de adoración pública. En segundo lugar, descienden al mismo tiempo (presumiblemente, una vez finalizado el culto). En tercer lugar, se menciona de forma específica el templo (un lugar de adoración pública). Para el ciudadano de Oriente Próximo contemporáneo, el verbo «orar» también tiene ese doble sentido. Pero cuando un ciudadano de Oriente Próximo cristiano dice «Voy a la iglesia a orar», o un ciudadano de Oriente Próximo musulmán dice, «Voy a la mezquita a orar», todo el mundo sabe que están hablando de adoración en comunidad, no de devoción personal. Aún más, en la parábola, la mención del templo da todavía más peso a la idea de que se trata de adoración en comunidad. En cuarto lugar, como veremos más abajo, el texto nos dice que el fariseo «se quedó en pie alejado de los demás». En quinto lugar, también se nos dice que el recaudador de impuestos «se quedó a cierta distancia». ¿A cierta distancia de quién? Podría querer decir «a cierta distancia del fariseo», pero también «a cierta distancia de los demás adoradores». Sobre todo si podemos sostener que había otros adoradores, de los que el fariseo también se ha distanciado. Por último, el recaudador de impuestos menciona en su oración la propiciación (cuando dice «ten compasión de mí»). En el templo, cada mañana y cada tarde se ofrecía un sacrificio de propiciación, y normalmente se hacía en presencia de una congregación. De hecho, en las discusiones sobre esos cultos se da por sentada la presencia de un grupo de fieles (cf. Mishná Tamid, Danby, 582-89; Eclesiástico 50:1-21). Resumiendo, diremos que ante el verbo «orar» tenemos dos opciones interpretativas. Puede querer decir oración privada o adoración en comunidad. Las evidencias que aparecen en la parábola apuntan al segundo significado. Esta será la interpretación que tendremos en mente a medida que comentemos la parábola. No obstante, uno puede preguntar: ¿no hace cada uno de los personajes una oración privada?  La interpretación tradicional de que la parábola solo habla de la devoción privada probablemente tiene que ver con el hecho de que cada uno de los personajes de la parábola eleva una oración privada. ¿No es lógico que eso lleve al lector a concluir que en esta parábola no aparece ningún culto o adoración congregacional? No. Safrai describe la adoración del templo en el siglo primero:  Muchos judíos subían al templo cada día para participar en la adoración, para recibir la bendición sacerdotal que se pronunciaba al final del culto, (y) para orar mientras se quemaba el incienso (Safrai, JPFC, II, 877; la cursiva es mía). Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey 

viernes, 20 de mayo de 2022

Escritos diversos

 Asimismo profanó el rey los lugares altos que estaban delante de Jerusalén, a la mano derecha del monte de la destrucción, los cuales Salomón rey de Israel había edificado a Astoret ídolo abominable de los sidonios, a Quemos ídolo abominable de Moab, y a Milcom ídolo abominable de los hijos de Amón. 2Re 23:13

El rey Salomón, un hombre muy famoso por su sabiduría y riquezas, lamentablemente no mantuvo el buen camino como su padre David sino que se desvío y con él a mucho pueblo, de tal manera que unos 300 años después todavía se usaban los sitios de adoración a dioses paganos que había mandado a construir. Para conocer un poco más en qué pecados condujo a Israel, analicemos la forma de 

adoracion a estos ídolos:

ASTORET: Diosa de la fertilidad y del amor sexual, deidad principal de los cananeos. A menudo se la presenta como el complemento femenino de Baal (Jue 2.13; 10.6; 1 S 7.3, 4; 12.10). Se conoce también con el nombre de Asera (Jue 6.25; 1 R 18.19). Parte esencial de su culto era la prostitución. (Tomado del diccionario bíblico Nelson) 

QUEMOS: Era considerado como dios de la guerra y de la victoria, por lo cual se le hacían sacrificios que en momentos desesperados podían ser hasta humanos, como es el caso del rey Mesa que cuando “vio que era vencido en la batalla.... arrebató a su primogénito ... y lo sacrificó en holocausto sobre el muro” (2Re 3:4-27). (Tomado del Diccionario Bíblico de Alfonso Lockward) 

MILCOM(MOLOC): Deidad nacional de los AMONITAS ("Milcom" en 1 R 11.5; 2 R 23.13 y Jer 49.1, 3), cuyo culto tal vez se basaba en el sacrificio de hombres, especialmente de niños. Las víctimas se colocaban vivas en los brazos enrojecidos por el fuego de la estatua hueca, de bronce, y con cabeza de becerro que representaba a Moloc. La víctima caía en el hoyo ardiente del ídolo al sonido de flautas y tambores. (Tomado del diccionario bíblico Nelson). 

Lo triste en esta historia es que no sabemos si Salomón antes de morir haya vuelto a los caminos del Señor.

domingo, 15 de mayo de 2022

Escritos diversos

 La viuda y el juez injusto. Parte 4

Lucas 18:1-5

La mujer está al parecer en una situación desesperada. Es una mujer en un mundo de hombres, una viuda sin dinero o amigos influyentes. Para convencer al juez no se puede apelar a su deber ante Dios, y no hay hombre que le pueda hacer sentirse avergonzado por su maldad e indiferencia ante el sufrimiento de los inocentes. No obstante, esta mujer no solo logra que su caso se escuche, sino que se falle a su favor. La idea principal de la parábola, junto con la introducción que la acompaña, apuntan claramente a la persistencia en la oración. Si se cubren las necesidades de esta mujer, cuánto más las necesidades de los justos que oran, no a un juez despiadado, sino a su Padre que los ama. Aunque su situación parezca difícil, no es tan mala como la de esta viuda. Pueden estar seguros de que sus peticiones son escuchadas y van a recibir una respuesta. Ante el miedo, el creyente se ve llevado a orar, y a hacerlo de forma continuada aun en medio del desánimo, con la plena confianza de que Dios va a obrar lo mejor para él. Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey

viernes, 13 de mayo de 2022

Escritos diversos

 Lc 17:7-10 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.

En una era tecnológica en la que contamos con la semana de cuarenta horas, los sindicatos y el derecho a vacaciones, el mundo de esta parábola nos parece no solo distante, sino también injusto. Después de un largo día de trabajo en el campo, un trabajador debería poder esperar que se apreciara su trabajo y debería tener derecho a recibir alguna recompensa. Pero Jesús construye su parábola sobre un patrón de funcionamiento muy extendido y aceptado en Oriente Próximo. La relación entre amo y siervo, tanto en aquellos tiempos como en la actualidad, conlleva aceptar la autoridad, y obedecer a dicha autoridad. Pero los que no somos de esa cultura debemos tener en cuenta la seguridad que ese tipo de relación ofrecía al siervo, y también el sentido de valía y significado que le otorgaba al hombre que trabajaba para un gran señor. Debido a nuestra cultura moderna, normalmente no alcanzamos a ver estas cualidades de sentido, valía y seguridad que forman parte de esta relación. El siervo ofrece lealtad, obediencia y trabajo duro, pero, al trabajar para un señor importante, los beneficios mencionados arriba eran enormes. Por ello, esa relación entre el señor y el siervo es realmente apropiada para ilustrar la relación del creyente con Dios y con su Hijo/agente único.  Jeremias ha demostrado de forma convincente que la expresión introductoria (17:7) tis ex humon («quién de ustedes») es una expresión que solo usa Jesús y que busca una respuesta negativa (Jeremias, Parábolas, 127ss., p. 103 de la edición en inglés; Bailey, Poet, 12ss.). Está claro que ninguna persona de Oriente Próximo se podía imaginar a un siervo que esperara honores especiales por cumplir con su deber. El amo no está en deuda con él por el trabajo hecho en el campo. Tengamos en cuenta que la comida (a la que hace referencia en v. 8 con el verbo deipneso, «yo ceno») no es a las ocho de la noche, sino hacia las tres de la tarde (Jeremias, Palabras, 44ss. de la edición en inglés). Por tanto, no estamos ante una larguísima jornada de trabajo impuesta por un señor desalmado, sino ante una jornada relativamente normal. La idea no es si el amo permite o no que el siervo descanse y coma, sino si el amo le da ciertos privilegios al siervo que cumple con su deber diario. La respuesta que cualquier persona de Oriente Próximo daría es: «іClaro que no!». Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey

jueves, 12 de mayo de 2022

Escritos diversos

 La viuda y el juez injusto. Parte 3

Lucas 18:1-5

En el siglo XIX, un viajero de Occidente presenció en Iraq una escena que nos ayuda a entender un poco más lo que había detrás de esta parábola:  Ocurrió en la antigua ciudad de Nisibis, en Mesopotamia. Inmediatamente después de entrar por la puerta de la ciudad, a un lado estaba la prisión, con sus ventanas barradas, por las que los prisioneros sacaban los brazos para pedir limosna. En frente había un gran patio abierto, el tribunal de Justicia de aquel lugar. Al fondo, en un nivel un poco más elevado, estaba el estrado donde se sienta el Kadi o juez, cómodamente instalado entre sus cojines. Estaba rodeado de varios secretarios y otros personajes importantes. El pueblo se amontonaba en la parte inferior del patio, donde había una gran algarabía porque todos clamaban pidiendo que su caso fuera el primero en ser escuchado. Los litigantes más prudentes no se unían a la pelea, sino que intentaban hablar con los secretarios, pasándoles sobornos, a los que eufe-místicamente se llamaba «tasas». Cuando lograban satisfacer la avaricia de los subordinados del juez, uno de ellos se lo comunicaba al Kadi, quien entonces daba paso a los casos de dichos litigantes. Parecía que se daba por sentado que los casos que primero se trataban eran los de los litigantes que habían aportado un soborno más cuantioso. Mientras tanto, una mujer pobre de la multitud no dejaba de interrumpir los procedimientos alzando su voz sin cesar pidiendo justicia. Una y otra vez le ordenaban que se callara y le decían lo molesta que era, pues estaba allí cada día. «іY seguiré viniendo cada día!», decía ella, «іHasta que el Kadi me escuche!». De repente, al finalizar con uno de los casos, el juez dijo de forma impaciente: «¿Qué quiere esa mujer?». Enseguida le contaron su caso. A su hijo se lo habían llevado como soldado, y ella estaba sola y no podía labrar la tierra; sin embargo, el cobrador de impuestos la había obligado a pagar, algo de lo que ella, por ser viuda, estaba exenta. El juez le hizo un par de preguntas y dijo, «Que no pague». Vemos, pues, que su perseverancia tuvo recompensa. Si hubiera tenido el dinero para pagar a los secretarios su caso se habría tratado mucho antes (Tristram, 228ss.). Una larga lista de comentaristas, desde Plummer hasta Jeremias, citan esta historia reconociendo en ella una útil evidencia que nos aporta una información que viene a confirmar la realidad de nuestra historia. No obstante, tanto en el relato de Tristram como en la parábola hay un elemento crucial que ninguno de los comentaristas menciona. Oriente Próximo era y es un mundo de hombres, y las mujeres no estaban entre los hombres que se agolpaban gritando delante del juez. Podemos verlo en los escritos judíos de los tiempos talmúdicos. El tratado Shebuoth dice: ¿No ves que los hombres van a los tribunales? ¿No veis que las mujeres no van? … Quizá digas: «es que no es normal que la mujer vaya, porque “la hija del Rey es todo esplendor” (nota: Sal 45:14; la hija del Rey [= la mujer judía], es modesta, y se queda dentro de casa cuanto más mejor)» (B.T. Shebuoth 30a, Sonc., 167). A la luz de esta reticencia a que las mujeres aparecieran en el tribunal, podemos entender que la presencia de la viuda significa que estaba completamente sola, que en la familia no quedaba ningún hombre que pudiera ir a hablar en su nombre. Esta suposición vendría a subrayar la impotencia de esta mujer. Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey

martes, 10 de mayo de 2022

Escritos diversos

 La viuda y el juez injusto. Parte 2

Lucas 18:1-5

La viuda en el Antiguo Testamento es un símbolo típico de los inocentes, los desvalidos, los oprimidos (cf. Éx 22:22-23; Dt 10:18, 24:17, 27:19; Job 22:9, 24:3, 21; Sal 68:5; Is 10:2; también Judit 9:4). Isaías 1:17 pide a los gobernantes y al pueblo que «defiendan a la viuda». Luego, en el versículo 23, se nos dice: «todos aman el soborno … no se ocupan de la causa de la viuda». Basándose en Isaías 1:17, la tradición legal judía exigía lo siguiente: «primero se debe tratar el caso del huérfano, luego, el de la viuda.» (Dembitz, 204). Así, esa mujer tenía unos derechos legales que eran violados constantemente. Bruce escribe de la viuda: «demasiado débil para obligar a nadie, demasiado pobre para pagar para que se hiciera justicia» (Bruce, Parabolic, 159). Plummer observa: «ella no tenía un protector que pudiera coaccionar al juez, ni dinero para sobornar al letrado» (Plummer, 412; cf. Marshall, 669). Ibn al Tayyib nos habla de la desdicha de la viuda en la cultura de Oriente Próximo:  En cualquier época y lugar, los avariciosos han visto en la viuda una figura a la que poder oprimir fácilmente, pues no tiene quien la proteja. Por eso Dios ordena que los jueces tengan una especial consideración por ella, Jer. 22:3 (Ibn al-Tayyib, Edición Manqariyus, II, 312). Jeremias sugiere que «una deuda, una hipoteca, una parte de la herencia le es retenida» (Jeremias, Parábolas, 188, p. 153 de la edición en inglés); y, como Bruce observa, «Una viuda sabía que podía tener muchos adversarios si no tenía nada que comer» (Bruce, Parabolic, 159). Está claro que se trataba de una cuestión de dinero, porque, según el Talmud, un erudito cualificado podía decidir sobre cuestiones de dinero (B.T. Sanedrín 4b, Sonc., 15). Su clamor es un llamamiento a la justicia y la protección, no a la venganza. Smith traduce: «hazme justicia de mi adversario» (C.W.F. Smith, 186). A modo de resumen, hasta aquí la parábola hace tres presuposiciones:  1. La viuda tiene derecho a que se le haga justicia (derecho que se le está denegando). 2. Por alguna razón, el juez no quiere escucharla (¿quizá no ha pagado un soborno?).  3. El juez prefiere favorecer al adversario de la viuda (o bien se trata de alguien influyente, o bien sí ha pagado un soborno).Smith comenta: Quizá el juez ha dado por sentado que ella será incapaz de recompensarle, y podemos suponer además que quizá le beneficie más dejar que el adversario de la viuda se salga con la suya (C.W.F. Smith, 186ss.). Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey

lunes, 9 de mayo de 2022

Escritos diversos

 La viuda y el juez injusto. Parte 1

Lucas 18:1-5

En el verso 1 empezando con el antiguo siríaco, y siguiendo con todas las otras versiones siríacas y todas las versiones árabes durante mil años más, la única traducción que hemos tenido aquí en Oriente Próximo es «No se avergüenza delante de la gente». Por tanto, cuando nuestras traducciones occidentales tienen algo como «respetar» o «no tener consideración», se pierde un matiz muy importante de la descripción del juez. En la cultura tradicional de Oriente Próximo, los conceptos de la vergüenza y el orgullo son muy importantes. Los patrones de la conducta social se regulan a través de la vergüenza. Un padre no le dice a su hijo: «Eso está mal, Juanito» (que consiste en apelar a un estándar abstracto del bien y del mal), sino «Eso es vergonzoso, Juanito» (apelar a aquello que estimula la vergüenza o el orgullo). En una sociedad así el lenguaje que acompaña al concepto de vergüenza es muy importante (Bailey, Poet, 132). Una de las críticas más duras para un adulto en el Oriente Próximo rural hoy es ma jikhtashi («no siente vergüenza»). La idea es que esa persona hace algo vergonzoso: aun cuando se le grita «vergüenza te tendría que dar», no se siente avergonzado. No sabe diferenciar entre un acto bueno y un acto vergonzoso.  En este sentido nos encontramos con otro caso en el que vemos reflejadas actitudes muy antiguas. Jeremías tenía el mismo problema: Se nos dice que «los sabios serán avergonzados» (8:9), pero, en cuanto a los profetas y a los sacerdotes, escribe:  ¿Acaso se han avergonzado de la abominación que han cometido?  іNo, no se han avergonzado de nada,  y ni siquiera saben lo que es la vergüenza! (8:12)  El texto hebreo usa dos términos fuertes para referirse a la vergüenza (bwsh, klm) y arroja luz sobre el problema de aquel juez. No hay nada que le haga sentirse avergonzado. No hay nada a lo que apelar, pues en su alma no queda un ápice de honor. El problema de este juez no es que no «respete» a los demás en el sentido de respetar a alguien con más cultura o de una posición más elevada. Lo que ocurre es que es incapaz de darse cuenta de la maldad de sus acciones aun cuando está en la presencia de alguien ante quien se debería avergonzar. En este caso está haciendo daño a una viuda desamparada. Debería sentirse avergonzado. Pero no se siente avergonzado delante de los hombres. En la parábola de los labradores malvados de Lucas 20:13 aparece el mismo concepto y la misma palabra. Los labradores se niegan a dar parte de la cosecha al dueño del viñedo. Y tratan a los siervos de este de forma vergonzosa. Al final, el dueño dice: «Enviaré a mi hijo amado; seguro que ante él sí tendrán vergüenza (entra-pesontai)». (Esa es la traducción que hacen todas las versiones siríacas y árabes). La esperanza no es que a él lo traten bien, sino que su presencia les haga sentirse avergonzados por lo que han hecho y les lleve a abandonar sus acciones malvadas. Pero, en esa parábola, los labradores tampoco se sintieron avergonzados. En ambos textos la palabra griega tiene ese significado. La cultura de Oriente Próximo así lo exige, y los padres de aquella zona geográfica le dan ese sentido en sus traducciones. Por tanto, en Lucas 18 tenemos el retrato de un hombre muy difícil. No teme a Dios. Tampoco tiene un sentido de lo que está bien y de lo que es vergonzoso al que se pueda apelar. Está claro que la única forma de influenciar a un hombre así es a través del soborno. Ese es el tipo de hombre con el que se encuentra la viuda. Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey

sábado, 7 de mayo de 2022

Escritos diversos

 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. Lc 17:7-10

tenemos que preguntarnos cuál es la respuesta que Jesús esperaba de los discípulos y cuáles son las enseñanzas teológicas que aparecen en la parábola. Lo más lógico es pensar que se esperaba que los discípulos que escucharon la parábola percibieran lo siguiente: «Como siervos, nuestros mejores esfuerzos no suman méritos delante de nuestro señor. Como siervos/esclavos, cumplimos con nuestro deber sin esperar ningún tipo de recompensa». Los temas teológicos que se usan para provocar esta respuesta son:  1. El creyente es un siervo/esclavo. Se espera que obedezca y conozca su papel como siervo.  2. La gracia/la salvación es un regalo, no una recompensa por los servicios realizados.  3. El siervo de Dios trabaja para cumplir con un deber. No le pide a Dios una recompensa, ni sirve para recibirla.  4. Dios es el señor del creyente. Pero, a la vez, el creyente lleva a cabo su servicio en obediencia al agente/Hijo único de Dios, Jesús, a quien debe servir con diligencia y lealtad.  De paso, diremos que en los Sinópticos se presta mucha atención al tema de las recompensas. Bultmann resume todo este tema de la siguiente forma: «Jesús promete recompensas a los que obedecen sin pensar en la recompensa» (Bultmann, Teología, I, 14 de la edición en inglés). Por tanto, en esta parábola se nos habla del poderoso tema de la naturaleza de la gracia de Dios. El tema se presenta de forma negativa. El siervo/esclavo más trabajador sabe que nadie le debe nada por ser precisamente lo que es. Él cumple con su deber, y eso no tiene ningún mérito. Cuando el señor le ofrece un regalo, no es porque se lo haya ganado o se lo merezca, y lo mismo ocurre con Dios. Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey

viernes, 6 de mayo de 2022

Escritos diversos

 PEDID Y RECIBIRÉIS

Lucas 11:5-13

Los viajeros solían ir de camino hasta bien entrada la tarde para evitar el calor del mediodía. En la historia de Jesús, un viajero de ésos había llegado en medio de la noche a casa de un amigo. En Oriente, la hospitalidad es un deber sagrado; no se salía del paso dándole al recién llegado cualquier cosa, sino que había que ofrecerle una buena comida.

Cuando un viajero llegaba a las tantas, el dé la casa se podía encontrar en un apuro para cumplir el sagrado deber de la hospitalidad; sobre todo si tenía la panera vacía. Aunque era de noche, éste fue a pedirle ayuda a un amigo, que ya había atrancado la puerta. En Oriente uno no llamaría a una puerta cerrada si no fuera un caso de grave necesidad. Por la mañana, se abrían las puertas y no se cerraban en todo el día; pero si ya estaba cerrada la puerta, era señal de que no se debía molestar. Pero el amigo importuno no se daba por vencido.

Las casas de los pobres en Palestina no tenían nada más que una habitación, con un ventanuco para ventilar. El suelo era de tierra pisonada cubierta con cañas o paja. La habitación estaba dividida en dos partes, no mediante una pared, sino con una especie de plataforma; dos terceras partes de la habitación estaban a nivel del suelo, y el otro tercio estaba un poco elevado; allí era donde estaba el brasero, encendido toda la noche, alrededor del cual dormía toda la familia, no en camas, sino en esterillas. Era corriente que las familias fueran numerosas, y dormían juntitas para darse calor. Al levantarse uno molestaba a toda la familia. Además, en las aldeas era costumbre meter en la casa por la noche el ganado, corrientemente gallinas y cabras.

¿Todavía nos sorprende que el hombre de la casa no quisiera levantarse? Pero el amigo necesitado seguía llamando sin vergüenza (eso es lo que quiere decir la palabra en el original), hasta que el de dentro, con toda la comunidad inquieta para entonces, acababa por levantarse a darle lo que necesitaba.

«Esta historia -diría Jesús- os enseñará algo acerca de la oración.» La lección de esta parábola no es que debemos persistir en la oración, que tenemos que aporrear la puerta de Dios hasta que no tenga más remedio que darnos lo que le pedimos, como si Dios no estuviera dispuesto a molestarse. La lección aparece clara precisamente por contraste.

Parábola quiere decir poner una cosa al lado de otra. Si ponemos dos cosas una al lado de la otra para explicar una lección, ésta se puede deducir del hecho de que las dos cosas se parecen, o del hecho de que una es la contraria de la otra. La lección aquí se deduce, no de la semejanza, sino del contraste. Lo que Jesús quiere decir es que «si la insistencia desvergonzada y molesta de un supuesto amigo acaba por obligar a otro supuesto amigo egoísta y comodón a levantarse de la cama comunal y darle lo que necesita, ¡cuánto más Dios, que es un Padre modelo, suplirá las necesidades de sus hijos! "Si vosotros -añade Jesús-, que sois malos, sabéis darles cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más Dios, que es el Padre perfecto!»

Lo dicho no nos exime de la insistencia en la oración. Después de todo, la prueba de la realidad y la sinceridad de nuestro deseo está en la pasión con que lo pedimos. Pero esto no quiere decir que le tenemos que sacar las cosas a la fuerza a un Dios despreocupado, sino que acudimos a un Dios que conoce nuestras necesidades aún mejor que nosotros, y cuyo corazón está henchido de amor generoso hacia nosotros. Si no recibimos lo que pedimos, no es porque Dios es tacaño y nos lo niega, sino porque tiene algo mejor para nosotros. No hay tal cosa como una oración incontestada. La respuesta puede no ser la que queríamos o esperábamos; pero, aun cuando no se nos conceda lo que pedimos, la respuesta viene de la sabiduría y el amor de Dios. Tomado del comentario de William Barclay

miércoles, 4 de mayo de 2022

Escritos diversos

 Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Lc 24:29

En Oriente Próximo, ante una invitación inesperada, la norma es rechazarla. Sobre todo, además, si el invitado es de un estatus social inferior al del anfitrión. (El invitado podía estar pasando hambre y estar muy necesitado de la comida que se le iba a ofrecer en el banquete, pero la presión cultural de rechazar una invitación así era muy fuerte). Por lo que a la cultura se refiere, en Lucas 24:28-29 tenemos una escena similar. En esa ocasión, Jesús recibe una invitación inesperada. Como buen oriental, «Jesús hizo como que iba más lejos». Los dos hombres, de nuevo, como buenos representantes de su cultura, «insistieron» para que se quedara o, según la traducción que consultemos, «le obligaron» a quedarse. No significa que le obligaran en contra de su voluntad. Lo que ocurre es que saben que, por cuestión de honor, debe rechazar la invitación durante los primeros quince minutos de la discusión. Para convencerle de que realmente quieren que se quede, y de que realmente tienen comida, deben empujarle amablemente hacia el interior de la casa. Eso es lo que significa que le obligaron a quedarse. Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey

domingo, 1 de mayo de 2022

NUEVA SECCIÓN

Dios les bendiga mis hermanos, les invito a ver esta nuevo sección del Blog: LIBROS RECOMENDADOS. les dejo el link:

https://estudiosbiblicoshernando.blogspot.com/p/libros-recomendados.html?m=1