domingo, 21 de agosto de 2022

Escritos diversos

 Escogidos y dichosos mártires, entre los alimentos que para el cuerpo os envía a la cárcel la señora Iglesia, nuestra madre, sacados de sus pechos y del trabajo de cada uno de los fieles, recibid también de mí algo que nutra vuestro espíritu; porque no es de provecho la satisfacción del cuerpo cuando el espíritu padece hambre. (En tiempo de persecución, la Iglesia por medio de sus obispos sostenía en sus necesidades materiales a los confesores de la fe: encarcelados, perseguidos, a los que habían huido dejándolo todo ante el temor de apostatar y a los que se les habían confiscado sus bienes por ser cristianos. En una obra antiquísima, la Didascalia de los Apóstoles, escrita probablemente en Siria, antes del año 250 se lee: “Si alguno de los fieles por el nombre de Dios o por la Fe o por la Caridad fuese enviado al fuego, a las fieras o a las minas, no queráis apartar de él los ojos…

procurad suministrarle, por medio de vuestro obispo, socorros, alivios y alimento… el que sea pobre ayune y dé a los mártires lo que ahorre con su ayuno… si abunda en bienes proporcióneles de sus haberes para que puedan verse libres… porque son dignos de Dios; han cumplido en absoluto con aquello del Señor: ‘A todo el que confesare mi nombre delante de los hombres, lo confesaré yo delante de mi Padre’’’ (V, I).) Exhortación a los mártires, de Tertuliano, año 197. El comentario es de Alfonso Ropero. 

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