martes, 19 de abril de 2022

Escritos diversos

 Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Lc 9:57-58

La idea de seguir a un Hijo del hombre rechazado y sufriente era ajena para el judío del siglo I. En Daniel, el Hijo del hombre tiene dominios, gloria y reino y pueblos, naciones y lenguas le sirven (Dn 7:14). El lector ya ha oído que «El Hijo del hombre tiene que sufrir» (Lc 9:22). Aquí, al voluntario no se le dan detalles, sino una imagen gráfica de un rechazo total. La idea no es tan solo «Quizá tú también tengas que sufrir privaciones, ¿lo has pensado bien?», sino también «Sea cual sea tu motivación, ten en mente que te estás ofreciendo para seguir a un líder rechazado». Mejor que «nidos» (como aparece en algunas traducciones) es «lugar donde descansar». Los pájaros siempre tienen dónde descansar, pero solo construyen nidos en momentos concretos del año. La idea es (parcialmente) que incluso animales como los pájaros tienen un lugar para descansar, pero el Hijo del hombre no...

La afirmación cristológica del pasaje es bien clara. Jesús es el Hijo del hombre, pero su ministerio no es un cumplimiento triunfante de ese título, sino un cumplimiento sufriente. No se nos dice cuál fue el resultado. El voluntario no contesta. Y en muchas de las parábolas de Jesús (cf. Lc 7:47; 14:24; 15:32) hay un final abierto. No sabemos si el voluntario respiró hondo, dio un paso adelante y se unió a los demás discípulos, o si, sorprendido por el precio que tenía que pagar y ante la idea de un líder rechazado, dio media vuelta y se volvió por donde había venido. Está claro que este voluntario es un reflejo de aquellos que en todas las épocas se ofrecen rápidamente para seguir a Jesús, antes de pensar seriamente en el precio y las implicaciones que tiene seguir a un maestro rechazado y sufriente. Al lector se le obliga a completar esta conversación con su propia respuesta. Tomado del libro Las Parábolas de Lucas. Kenneth Bailey

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