domingo, 17 de abril de 2022

Escritos diversos

  Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mt 6:5 

Los judíos tenían una tendencia indudable a alargar las oraciones. Esa tendencia tampoco es exclusiva de los judíos. En los cultos escoceses del siglo XVIII, la longitud se interpretaba como devoción. En aquellos cultos escoceses había una lectura bíblica versículo por versículo que duraba una hora, y un sermón que duraba otra hora. Las oraciones eran largas e improvisadas. El doctor W. D. Maxwell escribe: "La eficacia de la oración se medía por el ardor y la fluidez, y no menos por su férvida longitud.» El rabí Leví decía: «El que hace oraciones largas es oído.» Otra máxima era: «Cuando los justos hacen oraciones largas, sus oraciones son oídas.»

Había -y todavía hay- una especie de idea inconsciente de que si aporreamos suficientemente la puerta de Dios, contestará; que se Le puede hablar, y hasta dar la lata a Dios, hasta que nos haga caso. Los rabinos más sabios eran conscientes de este peligro. Uno de ellos decía: «Está prohibido alargar innecesariamente la alabanza del Santo. Se nos dice en los Salmos: "¿Quién puede expresar las poderosas obras del Señor, o proclamar toda su alabanza?" (Sal 106:2 ). Según esto, sólo el que puede puede alargarse y mostrar su alabanza pero nadie puede.» «Sean siempre pocas las palabras de un hombre delante de Dios, como se dice: "No te precipites con tu boca ni se apresure tu corazón a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras" (Ec 5:2 ).» "La mejor adoración consiste en guardar silencio.» Es fácil confundir la verborrea con la piedad, y la labia con la devoción; y en ese error caían muchos judíos, y otros. William Barclay 

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