martes, 28 de junio de 2022

Escritos diversos

 El Cesacionismo. Parte 4.

Calvino mismo sostenía una postura cesacionista. Según él: «Al presente ha cesado aquella gracia de sanar enfermos, como también los demás milagros que el Señor quiso prolongar durante algún tiempo para hacer la predicación del evangelio - que entonces era nueva admirable - siempre». De modo que el reformador ginebrino indicaba que dones como el de sanidad y otros poderes milagrosos habían sido concedidos temporariamente por el Señor a sus seguidores, para hacer que la nueva predicación del evangelio resultase maravillosa. «Nada nos queda a nosotros al presente»,

agregaba él, «ya que no nos es concedida la administración de las [tales] virtudes». En el cristianismo posterior a la Reforma, se presenta una clara excepción con el fundador del metodismo, Juan Wesley (1703 -1788), quien rechazó el concepto de que la declinación en la manifestación de algunos de los dones del Espíritu se debía al hecho de que ya no había necesidad de ellos, en razón de que todo el mundo era cristiano. Precisamente, una teoría popular durante el siglo XVIII fue que este era el caso. Wesley, más bien, consideró que esta cesación estaba asociada a la pobre condición espiritual de la Iglesia, cuyo amor se había enfriado y que solo conservaba las formas muertas del cristianismo. Incluso, Wesley escribió una réplica al tratado de Conyers Middleton (1683-1750), que argumentaba en favor de la cesación de los dones extraordinarios del Espíritu, citando los milagros entre los hugonotes franceses del Cevennes y otros ejemplos conremporáneos. Tomado del libro La acción del Espíritu Santo en la historia. Pablo Deiros

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