viernes, 22 de abril de 2022

Escritos diversos

 CUMPLIENDO LAS ANTIGUAS CEREMONIAS

Lucas 2:21-24

En este pasaje vemos que se cumplieron después del nacimiento de Jesús las tres antiguas ceremonias relativas al nacimiento del primer hijo varón de una familia judía.

(i) La circuncisión. Todos los niños judíos se circuncidaban a los ocho días de nacer. Esta ceremonia era tan sagrada que se podía llevar a cabo hasta en sábado, aunque la ley prohibía que se hiciera ese día nada que no fuera absolutamente esencial. Ese día se le ponía nombre al niño.

(ii) La redención del primogénito. Según la ley Ex 13:2), todo primogénito varón, o macho en el caso del ganado, estaba consagrado al Señor. Esta ley puede ser el reconocimiento del poder misericordioso de Dios que es el que da la vida, o tal vez sea el equivalente de la ley de otros pueblos que sacrificaban a los hijos primogénitos a sus dioses. No cabe duda de que, si se hubiera cumplido literalmente, habría desbaratado la vida. Por eso había una ceremonia que se llamaba la Redención del Primogénito (Nm 18:16), y que consistía en pagar cinco siclos para, como si dijéramos, que los padres pudieran seguir teniendo a su hijo. Esa suma se tenía que hacer efectiva a los sacerdotes, y no se podía pagar antes de los treinta y un días después del nacimiento, ni diferir mucho más.

(iii) La purificación después del parto. La mujer quedaba impura cuarenta días si había tenido un hijo varón, y ochenta en el caso de una hembra. Podía vivir normalmente en su casa y hacer sus trabajos diarios, pero no podía entrar en el templo ni participar en ceremonias religiosas. Al cumplirse ese tiempo tenía que traer al templo un cordero de un año para holocausto y un pichón para expiación. Era un sacrificio bastante costoso, así es que la ley establecía que si no se podía ofrecer un cordero se podía traer otro pichón. La ofrenda de los dos pichones en vez de la del cordero y el pichón se llamaba técnicamente la ofrenda de los pobres, y esa fue la que ofreció María. De nuevo vemos aquí que Jesús nació en un hogar sencillo y humilde, y sin lujos; un hogar en el que se tenía que tener cuidado con el dinero, en el que se sabía lo difícil que es a veces ganarse la vida y esquivar sus dificultades. Cuando nos asedien las preocupaciones de la vida, acordémonos de que Jesús también las experimentó.

Estas tres ceremonias nos parecerán extrañas y antiguas; pero las tres expresaban la convicción de que un hijo es un don de Dios. Los estoicos solían decir que los niños no se les dan a los padres, sino se les prestan. De todos los dones de Dios, del que más se nos van a pedir cuentas es el de un hijo. William Barclay

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