jueves, 23 de junio de 2022

Escritos diversos

 El cesacionismo. Parte 1.

El concepto cesacionista afirma que los dones espirituales enumerados por el apóstol Pablo en 1 Corintios 12 y otros carismas y manifestaciones del Espíritu Santo no permanecieron en ejercicio en la Iglesia a partir de fines del primer siglo. Este concepto cesacionista comienza a aparecer una vez que el cristianismo logra asentarse y ganar reconocimiento en el ámbito del Imperio Romano. A medida que la Iglesia fue creciendo en poder y autosuficiencia con el respaldo del Estado (desde Constantino en adelante), fue perdiendo poco a poco su confianza en lo sobrenatural y milagroso. La iglesia comenzó a descansar más y más en el ritual y los sacramentos como las expresiones más adecuadas de la fe cristiana, y en la introducción del fetichismo y el sacerdotalismo como administradores del poder divino. El movimiento de renovación representado por el montanismo, hacia fines del segundo siglo, significó un intento por recuperar el ejercicio de los dones del Espíritu y volver a la confianza en su poder. Pero el montanismo fue condenado como hereje por la iglesia ya establecida. La causa principal de este rechazo no fue el ejercicio de los carismas, sino la aparente pretensión de Montano de que sus declaraciones eran iguales en autoridad a las de las Escrituras. Como reacción al montanismo y sus supuestos excesos, muchos comenzaron a afirmar que los carismas más sensacionales habían terminado con el completamiento del canon escriturario. Esta fue la opinión de Agustín de Hipona (354 - 430) y de muchos otros teólogos en los siglos que siguieron. Sobre la cuestión de las lenguas, dice Agustín: "En los comienzos de la Iglesia, el Espíritu Santo cayó sobre los creyentes, y ellos hablaron con lenguas no aprendidas,

según el Espíritu les daba que hablasen. Esto fue una señal,

adecuada para ese tiempo: todas las lenguas del mundo eran un significado adecuado del Espíritu Santo, porque el evangelio de Dios iba a tener su curso a través de toda lengua en todas las partes de la tierra. La señal fue dada y luego pasó. Nosotros ya no esperamos que aquellos sobre quienes la mano es impuesta para que puedan recibir el Espíritu Santo, hablarán con lenguas. Cuando impusimos nuestras manos sobre estos <infantes», los recién nacidos miembros de la Iglesia, ninguno de vosotros (pienso) esperó ver si ellos hablarían con lenguas, o viendo que no lo hicieron, tuvo la perversidad de argüir que ellos no habían recibido el Espíritu Santo, porque si ellos lo hubieran recibido, habrían hablado en lenguas como sucedió al principio." En cuanto a los otros dones extraordinarios del Espíritu,

la «teoría cesacionista» de Agustín tuvo mucha influencia sobre las generaciones subsiguientes de teólogos. Agustín afirma:

«¿Por qué, se pregunta, los milagros no ocurren en nuestros días, así como ocurrieron en tiempos anteriores? Yo podría responder que ellos fueron necesarios entonces, antes de que el mundo llegara a creer, en orden a ganar la fe del mundo". De esta manera, la cesación de los carismas se transformó en una parte de la teología clásica de la Iglesia. Tomado del libro La acción del Espíritu Santo en la historia. Pablo Deiros. 

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