Papias de Hierápolis (m. 150) Es oportuno mencionar aquí el testimonio de uno de los fragmentos de Papias de Hierápolis, obispo de esa ciudad de Asia Menor. Papias había oído predicar al apóstol Juan y era amigo de Policarpo. Hacia el año 130 escribió un tratado en cinco libros, que se titula Explicación de las sentencias del Señor. Lo que se conserva de la obra tiene importancia, pues contiene algo de inestimable valor, como es la enseñanza oral de los discípulos de los apóstoles. En un interesante pasaje, Papias relata algunos hechos milagrosos, señalando que él llegó al conocimiento de ellos por la tradición oral. Según él, las hijas de Felipe le contaron de «un hombre muerto que fue resucitado a la vida en sus días... Eusebio, que registra esto en su Historia eclesiástica, agrega: ..El también menciona otro milagro relacionado con Justus, apodado Barsabés, que tragó un veneno mortal, y no recibió daño por causa de la gracia del Señor». Y agrega: "..La misma persona [Papias], además, ha registrado otras historias comunicadas a él oralmente, entre ellas algunas parábolas desconocidas y enseñanzas del Salvador, y algunas otras cosas de naturaleza más fabulosa..", Si bien no tenemos disponible la obra de Papias, estos testimonios indirectos sirven para ver el carácter carismático del ministerio y acción de las iglesias en la época de los sucesores inmediatos de los apóstoles. En este caso particular se ve una de las dificultades que enfrenta el historiador cristiano para documentar la acción del Espíritu Santo en la historia.
El argumento cesacionista de que los dones y manifestaciones del Espíritu terminaron porque no hay evidencias históricas que prueben lo contrario, no toma en cuenta un principio de buena hermenéutica histórica que es el hecho de que no todo lo que se ha escrito se ha preservado hasta nuestros días. Muchos documentos históricos se perdieron por efecto del tiempo o por la obra destructora de quienes consideraron su contenido como equivocado, peligroso o herético en tiempos posteriores. Junto con el principio histórico enunciado, conviene tener en cuenta otros de valor en relación con el tema que nos ocupa. Primero, no todo lo que ha ocurrido está registrado en los documentos. En muchos casos, el ejercicio de los carismas o las señales y milagros eran cuestiones tan obvias, que los autores no se molestaron en discutirlas, ni siquiera en mencionarlas. Segundo, no todo lo registrado y que se ha preservado ha sido encontrado. Los padres apostólicos hacen referencia a innumerables escritos que se conocen por nombre, pero cuyo contenido es desconocido, porque no han llegado a nuestros días o no se los ha descubierto todavía. Tercero, no todo lo que se ha logrado encontrar está al alcance de la mano del investigador. Esto es así, bien sea porque los materiales se encuentran en colecciones privadas, en archivos inaccesibles,
en idiomas no conocidos por el estudioso, o todavía no han sido publicados y dados a conocer. Cuarto, no todo el material de que se dispone es interpretado de la misma manera. Donde un investigador ve manifestaciones carismáticas y expresiones de la acción del Espíritu Santo, otro puede ver ejemplos de herejías o desbordes de entusiasmo y fanatismo. De todos modos, lo poco que nos llegó de Papias es suficiente para demostrar la vigencia de las manifestaciones poderosas del Espíritu en las iglesias de su tiempo. Tomado del libro La acción del Espíritu Santo en la historia. Pablo Deiros