Atenágoras
de Atenas (178 d.C.)
“Así, pues, suficientemente queda demostrado que
no somos ateos, pues admitimos a un solo Dios increado y eterno e invisible,
impasible, incomprensible e inmenso, sólo por la inteligencia a la razón
comprensible… ¿Quién, pues, no se sorprenderá de oír llamar ateos a quienes
admiten a un Dios Padre y a un Dios Hijo y un Espíritu Santo, que muestran su
potencia en la unidad y su distinción en el orden?” (Atenágoras de Atenas,
Súplica en favor de los cristianos)
Ireneo
Obispo de Lyon (140 d.C.- 202 d.C.)
“Que el Verbo, o sea el Hijo, ha estado siempre
con el Padre, de múltiples maneras lo hemos demostrado. Y que también su
Sabiduría, o sea el Espíritu estaba con El antes de la creación.” (Ireneo de Lyon, Contra las herejías IV,20, 3)
Teófilo
de Antioquía (180 d.C.)
“Los tres días que preceden a la creación de los
luminares son símbolo de la Trinidad, de Dios, de su Verbo y de su Sabiduría.”
(Teófilo de Antioquia, Ad Autolycum, II, 15)
Tertuliano (160
– 220 d.C.)
“..Para la misma iglesia es, propiamente y
principalmente, el Espíritu mismo, en el cual es la Trinidad de Una Divinidad –
Padre, Hijo y Espíritu Santo.” (Tertuliano,
Sobre la modestia, 21)
Justino Mártir (165
d.C.)
“Y luego demostraremos que con razón honramos
también a Jesucristo, que ha sido nuestro maestro en estas cosas y que para
ello nació, el mismo que fue crucificado bajo Poncio Pilato, procurador que fue
de Judea en tiempo de Tiberio César, que hemos aprendido ser el Hijo del mismo
verdadero Dios y a quien tenemos en segundo lugar, así como al Espíritu
profético tenemos en el tercero.” (Justino Mártir, Apología I, 13,3)
Cipriano
de Cartago (205 – 258 d.C.)
“Después de la resurrección, cuando el Señor
envió los apóstoles a las naciones, Él les ordenó bautizar a los gentiles en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo… Cristo mismo ordenó que las
naciones sean bautizadas en la completa y unida Trinidad.” (Cipriano de Cartago, Carta 73,18)
Con estos testimonios
podemos dejar en claro que la doctrina de la trinidad siempre ha existido en la
iglesia, y que ha sido aceptada por los mejores maestros cristianos a través de
la historia.
Ahora procederemos a
estudiar sobre una cita bíblica que es muy usada por los cristianos pero que
como veremos no es lícito emplear; el pasaje bíblico en cuestión es este:
1Juan 5:7
Porque tres son los que dan testimonio en el
cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.
Para un estudio profundo se
va a citar el comentario bíblico al nuevo Testamento de William Barclay:
En la versión Reina-Valera hay un versículo que
hemos omitido. Dice: «Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el
Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.»
Las versiones modernas no incluyen este texto.
Véase la nota de la versión Bover-Cantera. Es seguro que no formaba parte del
texto original.
Los Hechos son los siguientes. Primero, que no
aparece en ninguno de los manuscritos griegos anteriores al siglo XIV. Los
manuscritos clave pertenecen a los siglos III y IV, y este versículo no aparece
en ninguno de ellos. Ninguno de los primeros padres de la Iglesia dio señales
de conocerlo. La versión original de la Vulgata de Jerónimo no lo incluye. La
primera persona que lo cita es el hereje español Prisciliano, que murió en el
año 385 d C. Después se fue introduciendo gradualmente en el texto latino del
Nuevo Testamento, aunque, como hemos visto, no aparece en los manuscritos
griegos.
Entonces, ¿cómo llegó a formar parte del texto?
En su origen debe de haber sido una glosa o comentario que un copista añadió al
margen, y el siguiente pensó que estaba allí porque se había omitido
involuntariamente. Como parecía ofrecer una buena base para la doctrina de la
Trinidad, con el tiempo llegó a ser aceptado por los teólogos como parte del
texto, especialmente en aquellos días tempranos de la investigación bíblica
anterior al descubrimiento de los grandes manuscritos.
Pero, ¿cómo se mantuvo y llegó a formar parte de
la Reina Valera y otras traducciones clásicas como la Autorizada inglesa? El
primer texto del Nuevo Testamento griego que se publicó fue el de Erasmo, en
1514, aunque el de la Biblia Políglota Complutense del cardenal Cisneros se
imprimió antes, pero no salió al público hasta después. Erasmo fue un gran
erudito; y, sabiendo que este versículo no formaba parte del texto original, no
lo incluyó en su primera edición. Pero para entonces, sin embargo, los teólogos
ya estaban usándolo. Se había incluido, por ejemplo, en la Vulgata Latina de
1514. A Erasmo se le criticó por omitirlo. Su respuesta fue que si se le
mostraba algún manuscrito griego que lo incluyera, lo imprimiría en la edición
siguiente. Alguien le mostró un texto muy tardío y deficiente en el que el
versículo aparecía en griego; y Erasmo, fiel a su palabra pero muy en contra de
su juicio y voluntad, imprimió el versículo en su edición de 1522.
El paso siguiente fue que en 1550 Stephanus
imprimió su gran edición del Nuevo Testamento griego. Esta edición de Stephanus
se llamó, mejor dicho, él mismo le dio el nombre de _Textus receptus, _texto
tradicional, que fue la base de la Biblia del Oso y de tantas otras
traducciones clásicas y del texto griego durante siglos. Así es como este
versículo llegó a la Reina-Valera. Por supuesto que no hay nada en él que esté
mal, pero la investigación moderna ha dejado bien claro que Juan no fue el que
lo escribió, y que es un comentario muy posterior y una añadidura a sus
palabras. Y por eso la mayor parte de las traducciones modernas lo omiten.
El comentario bíblico Jamieson-Fausset-Brown indica de
manera específica cuales son los manuscritos que están alterados con esta
añadidura, leamos:
Los únicos manuscritos _griegos_ que sostienen _en alguna forma_ las
palabras, “son los que dan testimonio en el cielo, el Padre, el Verbo, y el
Espíritu Santo: y estos tres son uno, y tres son los que dan testimonio en la
tierra,” son el Montfortianus de Dublín, copiado evidentemente de la _moderna_
Vulgata Latina; el Ravianus, copiado del Poligloto Complutense; un manuscrito
de Nápoles que lleva dichas palabras en el margen añadidas por mano reciente:
el Ottobonianus, 298, del siglo 15, el _griego_ del cual es una mera
_traducción_ del latín acompañante. Todas las antiguas versiones las omiten.
Los manuscritos más antiguos de la Vulgata las omiten: el más antiguo de la
Vulgata que las tiene es el Wizanburgense, 99, del siglo ocho.
La última revisión de la versión Reina Valera dice así:
1Juan 5:7 Versión Reina Valera Contemporánea
Porque tres son los que dan testimonio [en el cielo: el Padre, el Verbo
y el Espíritu Santo; y estos tres son uno
Esta revisión coloca una nota con relación a este
versículo: El texto entre corchetes se
halla sólo en mss. tardíos.
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